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Si quieres la paz, defiende la vida
Por Ricardo Fajardo

La paz es el destino del progreso y la meta de la civilización humana,
en la construcción de un mundo mas justo, fraterno y solidario,
que tiene como principio la justicia.

“Si quieres la paz, defiende la vida”. Este fue el ideal que consagró la vida pastoral de Paulo VI. Un hombre que conquistó el mundo, por su valentía y su mensaje de esperanza a favor de la vida. La paz obsesionó a Montini toda su vida, como oficial de la Secretaría de Estado del Vaticano, como Arzobispo de Milán y como Pontífice.
La concepción de la Paz que proponía fue algo que le deprimió y exaltó, que le inquietó y enardeció. A él siempre recurría, porque estaba tan convencido de que por mucho que se plateara de ella, siempre quedaría mucho más que decir.
La Paz siempre puede estar amenazada, primeramente por intereses personales, cuestiones raciales, motivos religiosos e intereses nacionales e internacionales.
La Vida está en peligro. La Vida es el vértice de la Paz. Si la lógica de nuestro actuar parte de la sacralidad de la Vida, la guerra, como medio normal y habitual para la afirmación del derecho y, por tanto, de la Paz, queda virtualmente descalificada. La Paz no es sino la superioridad incontestable del derecho y, en definitiva, la feliz celebración de la Vida.
Los comienzos de este nuevo milenio enarbolado por un creciente desarrollo tecnológico, científico, económico, político y social, empobrecen la vida humana y el proyecto de la paz. La actividad de gobernar parece sucumbir en la incapacidad, de buscar un mayor progreso humano y de poder reconciliar el binomio paz y vida, ya que en la practica no es un abrazo fraterno, sino una lucha feroz. La paz se busca y se conquista con la muerte y no con la vida; y la vida se afirma no con la paz, sino con la lucha, como un triste destino necesario para la propia defensa.
Montini escribió una vez, lo que sería su testamento acerca de la paz, un estremecedor poema a ritmo de axioma, que debemos recordar y tener presente en el contexto de la internacionalización del desarrollo económico, político, social, y sobre todo en cada momento de posible confrontación que amenace la paz mundial.
“La Paz debe ser un ideal que dirija eficazmente la actividad de la sociedad humana”.
“La Paz no es un hecho autógeno, espontáneo, aunque a él converja profundos impulso de la naturaleza humana”.
“La Paz es orden. Sin orden no es posible la paz”.
“La Paz es un destino preconstituido, una razon preconcebida de ser y de existir”.
“La Paz es algo que no se realiza sin la concomitencia y colaboración de múltiples factores”.
“La Paz es un vértice que supone una interior y compleja estructura de soporte”.
“La Paz es un cuerpo flexible que debe ser sostenido por un esqueleto robusto”.
“La Paz es una construcción que debe su estabilidad y excelencia a una sólida base”.
“La Paz es una pirámide que requiere estabilidad en la base y en la cúspide”.
“La Paz es imprescindible para todo”.
“La Paz es inestable por la condición inquieta del ser humano”.
“La Paz es frágil por su inestabilidad”.
“La paz es un deber de los pueblos y de los individuos, de las sociedades y del estado”.
“La Paz es un ideal de civilización”.
“La Paz es una aspiración profunda de los pueblos”.
“La Paz es la fortaleza que genera la esperanza de los humildes y de los débiles”.
“La Paz con justicia es la seguridad de los pueblos”.
“La Paz es un mensaje de optimismo”.
“La Paz es un presagio venturoso del porvenir”.
“La Paz no es un sueno”.
“La Paz no es una utopía”.
“La Paz no es la fatiga de Sísifo”.
“La Paz puede escribir las más bellas paginas de la historia no solo con los fastos del poder y de la gloria, sino mucho más aún con los mejores fastos de la virtud humana, de la bondad popular, de la prosperidad colectiva, de la verdadera civilización, la civilización del amor”.
La Paz es el destino del progreso y la meta de la civilización humana, para construir un mundo mas justo, fraterno y solidario, que tiene como principio la justicia.
“La Paz y la vida – bienes supremo – son bienes correlativo”.
“La Paz y la vida son una conquista por la que se ha combatido sin cesar a lo largo del camino del progreso humano”.
“La Paz debe conquistarse con la Vida y la Vida debe afirmarse con la Paz”.
“La Paz divorciada de la Vida vaticina en el horizonte del futuro una catástrofe, que en nuestros días resultaría inconmensurable e irremediable tanto para la Paz como para la Vida. Hiroshima es un documento terriblemente elocuente y un paradigma espantosamente profético”.
“La Paz divorciada de la Vida es un cumplimiento del apotema de Cornelio Tácito: “Urbi solitudinem faciunt, pacem apellant” (Vida de Agrícola, 30), “llaman paz a crear el desierto”.
“La Paz exige como valor y condición la primacía de la vida”.
“La Paz es la superioridad incontestable del Derecho”.
“La Paz es la celebración gozosa de la vida”.
“la Paz no puede estar fundada sobre la perpetua amenaza de la Vida, ni la Vida puede estar defendida mediante la constante amenaza de la Paz”.
“La Paz no puede existir donde no se respete la incolumidad de la Vida”.
“La Paz interior no es posible por vías de sofisma egoístas”.
“La Paz no reina donde impera la violencia”.
“La Paz no florece donde los derechos humanos no son profesados realmente y reconocido y defendidos públicamente”.
“La Paz es exaltada y ennoblecida cuando es proclamada en compromisos internacionales y nacionales a favor de la tutela de los Derechos Humanos, de la defensa del niño y de la salvaguarda de las libertades fundamentales del ser humano”.
“La Paz escribe en esos compromisos nacionales e internacionales su Epopeya”.
“La Paz es escarnecida y vilipendiada cuantas veces tales compromisos quedan en letra muerta”.
“La Paz en los papeles y en el comportamiento de los individuos y de los pueblos es Carta gloriosa de la plenitud humana”.
“La Paz en los papeles sin correspondiente conducta humana es vergüenza y condena moral ante Dios y la historia”.
“La Paz de meros compromisos protocolarios y de meros pronunciamientos es lastimosa veleidad e hipocresías retórica”.
La Paz es una iniciativa de todo. Debemos construirla en un dialogo sincero, democrático, respetuoso y digno, que se fundamente en el derecho, la libertad del individuo y la soberanía de cada pueblo.
"Quien ama la propia vida (más que estos bienes superiores), la perderá" (cf. Jn 12, 25). Esto demuestra que así como la paz debe ser considerada en orden a la vida y que así como el ordenado bienestar asegurado a la vida debe desembocar en la paz misma cual armonía que hace ordenada y feliz, interior y socialmente, a la existencia humana, así también esta existencia humana, esto es, la vida, no puede ni debe sustraerse a las finalidades superiores que le confieren su primordial razón de ser: ¿para qué se vive? ¿Qué es lo que da a la vida, además de la ordenada tranquilidad de la paz, su propia dignidad, su plenitud espiritual, su grandeza moral y, también su finalidad religiosa? ¿Se habrá perdido quizá la paz, la verdadera paz, cuando en el área de la vida se haya dado carta de ciudadanía al Amor, en su más alta expresión que es el sacrificio? Y si el sacrificio entra verdaderamente en un designio de redención y de título meritorio para una existencia que trasciende las formas y las medidas temporales, ¿no recuperará su verdadera y centuplicada paz de la vida eterna? (cf. Mt 19, 29) El que es discípulo de la escuela de Cristo puede comprender este lenguaje trascendente (cf. Mt 19, 11) ¿Y por qué no podríamos ser nosotros esos alumnos? Cristo "es nuestra paz" (cf. Ef 2, 11).

"La convivencia humana, venerables hermanos y amados hijos, es y tiene que ser considerada, sobre todo, como una realidad espiritual (1): como comunicación de conocimientos en la luz de la verdad, como ejercicio de derechos y cumplimiento de obligaciones, como impulso y reclamo hacia el bien moral, como noble disfrute en común de la belleza en todas sus legítimas expresiones, como permanente disposición a comunicar los unos a los otros lo mejor de sí mismos, como anhelo de una mutua y siempre más rica asimilación de valores espirituales. Valores en los que encuentren su perenne vivificación y su orientación de fondo las manifestaciones culturales, el mundo de la economía, las instituciones sociales, los movimientos y las teorías políticas, los ordenamientos jurídicos y todos los demás elementos exteriores en los que se articula y se expresa la convivencia en su incesante desenvolvimiento" (2)

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(*) Mensaje de S.S. Pablo VI por la Jornada Mundial de la paz de 1977.
(1) S.S. Juan XXIII
(2) (Encíclica Pacem in terris, 11, abril de 1963: AAS, 55 1963, pág. 266).
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EDITORIAL ECCE BÚHO - 2010